Es evidente que durante la enfermedad se vive inmerso en un mar de experiencias, sensaciones, fantasías, angustias, miedos, preguntas, dudas, certezas, emociones, satisfacciones y decepciones.
Suelen ser épocas de largos peregrinajes: hospitales, esperas, visitas médicas, opiniones, informaciones, respuestas, silencios… Y el vaivén emocional puede ser muy oscilante: miedo, rabia, ansiedad, angustia, serenidad, alegría, esperanza…
Pero si hay algo especialmente importante es lo que se recibe del entorno, de las personas que nos acompañan: Cercanía, ausencia, presencia, aceptación, rechazo, cuidado, amor, soledad, comprensión, incomprensión, participación, aislamiento… cobran una importancia excepcional para el enfermo.
La enfermedad nos enfrenta a nosotros mismos, a nuestra existencia. La enfermedad es ese período de vida no escogido, en el que vivimos en un cuerpo disfuncional. Suele ser una experiencia caótica, global y como tal puede traer también valiosas y hasta agradables sorpresas.
Mujer, si en estos momentos te encuentras viviendo esta experiencia te brindo unas letras, un espacio, un lugar donde compartir, un instante para cerrar los ojos y sentir un abrazo. La enfermedad es una sorpresa, algo no deseado, todo lo que se vive a través de ella es inesperado así que como tal, recuerda que puede traer también valiosos descubrimientos.
Valiente caminante… se hace camino al andar.
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